Dime que no me recuerdas, que al cerrar los ojos no te acuerdas de mi. Que toda esta inquietud no es porque en las noches alboroto tus ganas. Que a penas te dije adiós, tu mente no me retiene, y tus manos al explorarte me nombran. Que esta inquietud de tu alma es sólo el corazón desesperado buscándome y tus latidos nombrándome.
Dime que hallas otros ojos y olvidas los míos, que tus deseos no se esconden bajo tu piel. Que esas ganas de tenerme entre tus sábanas las noches sin fin, son solo producto de tu mente conmigo.
Desearía que tus manos escribiesen historias en mi alma. Que tus besos corrigieran los errores de mi piel. Que tus ojos al mirarme dibujen sonrisas escondidas tras mis labios y que tus canciones se durmiesen en mi almohada.
Quisiera que tus brazos amordacen mis sentidos. Y que el fuego de tu ser, sea el infierno de mis deseos. Que me regalases todos aquellos derroches de amaneceres, sin atardeceres, sin prisas… y sin presupuestos de lejanía.