¿Qué hubiese sido de mí si no te hubiese conocido?
Dirás que hubiese sido feliz, porque aquello no depende de ti, sino de mí.
Que debería enfrentar las cosas con la mejor de las sonrisas. Pero, tú sabías que no era tan fuerte como pensaba. Sentía que todos mis muros se venían abajo, que todo el cielo se caía a pedazos, sin embargo, te hacía sentir segura en mi hogar, escuchabas como latía mi corazón, y cómo mi pecho calentaba tu mejilla. Fuiste mi estación favorita, y la más triste ahora que no estás. Mi invierno favorito, lo llamé. Me gustan los días grises, con canciones a “Sangre Fría”, esos dibujos a simple lápiz... también me gusta mantener desordenados mis cabellos, como mis sentimientos, porque con suerte, algún día de estos, uno de ellos se me escapa y va a buscarte.
Aunque dicen que lo que se pierde dos veces, jamás se encuentra una tercera vez. ¡Que llueva! ¡Qué relampaguee! ...pero, por favor, no quiero que la lluvia se lleve lo único que me queda de ti... Lo poco de lo nuestro que aún se mantiene en pie.
No creías en la magia, pero, de vez en cuando, veíamos cómo las gotas se resbalaban por la ventana, y lo apostábamos todo, aunque ese "Todo" significase "Quedarse sin nada”...después nos comíamos a besos, a caricias, a mordiscos. Mi punto importante estaba en hacerte sonreír, como si jamás hubieses conocido la tristeza. Tu risa me hacía temblar, al escucharla convertías en oportunidades cada una de las adversidades de tu boca... No querías hablar de problemas, sino de cómo solucionar tanto odio que existe en el mundo. Solucionarlo. Arreglarlo. Ojalá el mundo se detuviese por un momento a mirarte sonreír... Ojalá salieras de mis recuerdos cada noche, para cobijarme en el calor de tus brazos, y espantaras mis temores, pero que no me espantaras a mí.
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