En la vida nos han enseñado que hay 7 pecados capitales. Todos conocemos los grandes... Gula, orgullo, lujuria. Pero no se escucha tanto hablar de la ira. Quizá sea porque creemos que la ira no es tan peligrosa, y que se puede controlar. A donde quiero llegar es que quizá no le demos la suficiente importancia a la ira. Quizá pueda ser mucho más peligrosa de lo que creemos.
Después de todo cuando se trata de comportamientos destructivos... Así que ¿Qué hace que la ira sea diferente de los otros 6 pecados capitales?
Es muy simple realmente, te entregas a un pecado como la envidia, o el orgullo y solo te haces daño a ti mismo. Prueba la lujuria, la codicia y solo te harás daño a ti mismo y quizá a una o dos personas más. Pero la ira, es el peor de todos... El padre de todos los pecados... La ira no solo te puede llevar hasta el extremo, sino que cuando lo hace puede hacer que lleves a demasiada gente contigo.
Es muy simple realmente, te entregas a un pecado como la envidia, o el orgullo y solo te haces daño a ti mismo. Prueba la lujuria, la codicia y solo te harás daño a ti mismo y quizá a una o dos personas más. Pero la ira, es el peor de todos... El padre de todos los pecados... La ira no solo te puede llevar hasta el extremo, sino que cuando lo hace puede hacer que lleves a demasiada gente contigo.
El trabajo mantiene activa la mente. Evita que nos metamos en líos. Cuando no estamos trabajando nuestras manos están ociosas, y el diablo busca las manos ociosas. Y cuando tu mente esta ociosa, seguro que también intervendrá el diablo. Al principio el ocio puede parecer agradable, con las bromas y las risas. Todos necesitamos el ocio para pensar en algo que no sea el trabajo, aunque signifique pensar en algo que nos dé miedo.
Descansar del trabajo es el modo de adquirir perspectiva. Solo después de ver las cosas con perspectiva, recordamos donde deberían estar nuestras manos.
Descansar del trabajo es el modo de adquirir perspectiva. Solo después de ver las cosas con perspectiva, recordamos donde deberían estar nuestras manos.
Hace 200 años, Benjamín Franklin compartió con el mundo el secreto de su éxito.
"Nunca dejes para mañana..." dijo, "... lo que puedes hacer hoy".
Fue aquel hombre que descubrió la electricidad. Pensaría que muchos escucharíamos sus palabras.
No sé porque posponemos las cosas, pero si tuviera que adivinar diría que tiene que ver con el miedo.
Miedo al fracaso.
Miedo al dolor. Miedo al rechazo.
Fue aquel hombre que descubrió la electricidad. Pensaría que muchos escucharíamos sus palabras.
No sé porque posponemos las cosas, pero si tuviera que adivinar diría que tiene que ver con el miedo.
Miedo al fracaso.
Miedo al dolor. Miedo al rechazo.
A veces el miedo es a tomar una decisión, porque:
¿Que tal si te equivocas? ¿Que tal si cometes un error que no puedes deshacer?
Lo que sea a lo que temamos una cosa es cierta. Que el momento de no hacer las cosas es peor que el miedo a hacerlas, y puede sentirse como si cargáramos con un peso gigante.
¿Que tal si te equivocas? ¿Que tal si cometes un error que no puedes deshacer?
Lo que sea a lo que temamos una cosa es cierta. Que el momento de no hacer las cosas es peor que el miedo a hacerlas, y puede sentirse como si cargáramos con un peso gigante.
«Y nosotros pensamos que él hablaba metafóricamente»
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