lunes, 5 de agosto de 2019

Amor, Pérdida y Legado


El dolor adopta formas diversas, una punzada, una leve molestia, un dolor sin más, el dolor con el que convivimos a diario pero hay un dolor que no podemos ignorar un dolor tan enorme que borra todo lo demás, y hace que el mundo se desvanezca, hasta que solo podamos pensar en cuanto daño hemos hecho. Como enfrentarnos al dolor depende de nosotros.
Deberíamos anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo, ignorarlo. Para algunos la mejor manera de enfrentarse a el, es seguir viviendo.
El dolor solo hay que aguantarlo, esperar a que se vaya por si solo esperar que la herida cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que calme. La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse, pero a veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte, hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta.
Morir lo cambia todo. Están los efectos emocionales, pero también las cuestiones prácticas. Da igual, el mundo seguirá su curso… sin ti. Es duro decir adiós. A veces es imposible. No dejas de sentir la pérdida. Eso hace todo tan agridulce. Dejamos fragmentos de nosotros atrás pequeños recordatorios, una vida llena de recuerdos, fotos, objetos… cosas por las que nos recordarán aunque ya no estemos. El cuerpo humano está diseñado para compensar las pérdidas. Lo hace, por lo que no necesita las cosas que no puede tener.
Pero a veces la pérdida es tan grande que el cuerpo no puede compensarse por sí mismo. Somos muy optimistas al comienzo de las cosas. Parece que solo hay un mundo que ganar, sin perdidas. Dicen que la incapacidad de aceptar las pérdidas es por la locura. Probablemente sea verdad, pero a veces es la única forma de estar vivos.
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Lázaro

No pequeña, tú no quieres a alguien como yo. No sé si puedo quedarme, no sé si algún día dejaré de correr. Me gusta el alcohol, las fiestas y el tabaco. Un gruñón de más. Nunca me peino y no sé planchar. Tú no quieres a alguien así corazón, soy un desastre, me pierdo, a veces no hablo y a veces hablo demasiado que te darán ganas de callarme y salir huyendo. Dicen que estoy libre de excesos, me gusta rezar y prender inciensos.
Tú no quieres a un loco en tu vida, ausente, apasionado, rebelde. Tú no quieres mis palabras fuertes de la nada, ni mis huidas punzantes. No deseas mis cuentos, ni mis irrealidades con pesadillas. Tú no quieres a alguien así… Pero si quieres, si me quieres y te arriesgas, no me domestiques, camina conmigo, juégame, gáname, tiéntame.
Acompáñame al Cielo y si el Infierno nos llama, quémate conmigo. Junta tus manos con las mías, tus rezos con mis suplicas, une tus ojos a mis pupilas y tu corazón a mis latidos. Pero, sólo si quieres pequeña mía ...si quieres.
AudioRelato [Lázaro] ► goo.gl/vFQEdU

La Esperanza de los Desesperados


En la vida nos han enseñado que hay 7 pecados capitales. Todos conocemos los grandes... Gula, orgullo, lujuria. Pero no se escucha tanto hablar de la ira. Quizá sea porque creemos que la ira no es tan peligrosa, y que se puede controlar. A donde quiero llegar es que quizá no le demos la suficiente importancia a la ira. Quizá pueda ser mucho más peligrosa de lo que creemos.
Después de todo cuando se trata de comportamientos destructivos... Así que ¿Qué hace que la ira sea diferente de los otros 6 pecados capitales?
Es muy simple realmente, te entregas a un pecado como la envidia, o el orgullo y solo te haces daño a ti mismo. Prueba la lujuria, la codicia y solo te harás daño a ti mismo y quizá a una o dos personas más. Pero la ira, es el peor de todos... El padre de todos los pecados... La ira no solo te puede llevar hasta el extremo, sino que cuando lo hace puede hacer que lleves a demasiada gente contigo.
El trabajo mantiene activa la mente. Evita que nos metamos en líos. Cuando no estamos trabajando nuestras manos están ociosas, y el diablo busca las manos ociosas. Y cuando tu mente esta ociosa, seguro que también intervendrá el diablo. Al principio el ocio puede parecer agradable, con las bromas y las risas. Todos necesitamos el ocio para pensar en algo que no sea el trabajo, aunque signifique pensar en algo que nos dé miedo.
Descansar del trabajo es el modo de adquirir perspectiva. Solo después de ver las cosas con perspectiva, recordamos donde deberían estar nuestras manos.
Hace 200 años, Benjamín Franklin compartió con el mundo el secreto de su éxito.
"Nunca dejes para mañana..." dijo, "... lo que puedes hacer hoy".
Fue aquel hombre que descubrió la electricidad. Pensaría que muchos escucharíamos sus palabras.
No sé porque posponemos las cosas, pero si tuviera que adivinar diría que tiene que ver con el miedo.
Miedo al fracaso.
Miedo al dolor. Miedo al rechazo.
A veces el miedo es a tomar una decisión, porque:
¿Que tal si te equivocas? ¿Que tal si cometes un error que no puedes deshacer?
Lo que sea a lo que temamos una cosa es cierta. Que el momento de no hacer las cosas es peor que el miedo a hacerlas, y puede sentirse como si cargáramos con un peso gigante.
«Y nosotros pensamos que él hablaba metafóricamente»
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