Cuando algo es horrible de enfrentar, es cuando buscamos una segunda opinión. Y a veces la respuesta que buscamos solo confirma nuestros temores. Pero a veces no puede haber otra solución al problema y tienes que buscar otra perspectiva. Después de oír todas las opiniones y de considerar cada punto de vista, finalmente descubres lo que buscas: La verdad.
Pero la verdad no es el final. Por que desde ahí es cuando empiezas con nuevas preguntas.
De igual manera la paz no es un estado permanente. Existe por momentos, efímera, se va antes de que sepas que estuvo ahí. Debemos vivirla en cualquier momento, en un acto de bondad de un extraño, una tarea que requiera concentración completa… o simplemente la comodidad de una vieja rutina. Cada día todos experimentamos esos momentos de paz. El truco está en saber cuándo suceden para que podamos aceptarlos, vivir en ellos… y finalmente, déjalos ir.
Nos gusta pensar que somos intrépidos, ansiosos por explorar terrenos desconocidos y captar nuevas experiencias, pero el hecho es que siempre estamos aterrorizados... Quizá el miedo es parte de la atracción. Algunas personas van a ver películas de terror. Nos zambullimos en aguas turbias. Al final del día, ¿No es eso lo que preferimos escuchar? Es decir, necesitamos simplemente algo para beber, una gran amiga y tan solo 45 minutos de desconexión.
Los caminos tranquilos hacen historias aburridas. Una pequeña calamidad… de eso vale la pena hablar.
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