Te golpean inesperadamente. Cuando llegan las desgracias llegan de pronto. Sin previo aviso. No vemos llegar la catástrofe, aunque intentemos estar preparados.
Nos esforzamos al máximo pero aveces no es suficiente. Nos ponemos el cinturón, nos ponemos el casco, vamos por sitios iluminados. Intentamos salvarnos.
Intentamos protegernos pero eso no sirve de nada. Porque cuando llegan las desgracias, aparecen de repente.
Llegan sin previo aviso. Pero olvidamos que a veces las alegrías también llegan así.
Todas las tormentas amainan. Cuando todos los árboles han sido arrancados, cuando todas las casas han sido despedazadas, el viento por fin calla, y en el cielo se abren claros, la lluvia cesa. El cielo se despeja y llegan momentos de calma tras la tormenta, sabemos quien fue lo bastante fuerte como para sobrevivir.
Dicen que el rayo no cae dos veces en el mismo sitio.
Pero eso es un mito. No sucede a menudo.
Los rayos normalmente aciertan la primera vez.
Cuando te golpean son 30.000 amperios de electricidad, lo sientes.
Puede hacerte olvidar quién eres, puede quemarte dejarte ciego, parar tu corazón y causar graves lesiones internas.
Algo que ocurre en una milésima de segundo, puede cambiar tu vida para siempre.
Un rayo no suele alcanzarte dos veces y sacudirte el sistema.
Es algo que pasa una vez en la vida.
Incluso si sientes el shock una y otra vez, con el tiempo el dolor se irá, el dolor pasará.
Luego empiezas a curarte, a recuperarte de algo que nunca viste venir.
Pero a veces, si estás en el lugar y en el momento adecuado, puedes soportar un gran golpe y, aún tener otra oportunidad de sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias, ¿Has leído alguno más? :)