Cuando tu madre deja a tu padre, no te dice que se va y que te llevaría con ella hasta que aterrizas al otro lado del país. En aquel entonces se llamaban problemas familiares. Hoy en día se llamaría secuestro. Crees que el amor verdadero es el único que puede destrozarte el corazón, el que puede quitarte la vida y dártela, o ¿Destrozártela otra vez?
Entonces… te conviertes en una madre. Podría relacionarse con el sistema suprarrenal que reacciona ante el estrés, liberando hormonas que nos ponen en alerta. El problema es que el sistema suprarrenal no sabe distinguir entre unos simples nervios o la proximidad de un desastre.
El cuerpo no sabe diferenciar entre los nervios y la emoción. El pánico y la duda. El principio y el fin. El cuerpo solo te dice que corras. A veces lo ignoras, es lo más razonable. Pero a veces le haces caso. Uno debe confiar en su instinto ¿No? Si tu cuerpo dice corre... ¡corre!
Los psicólogos creen que todos los aspectos de nuestras vidas, todos los pensamientos y patrones de comportamiento son el resultado directo de la relación que tenemos con nuestros padres. Que todas las relaciones que tenemos son una versión de la primera. Somos nosotros intentándolo constantemente.
Es el trabajo más importante del mundo, se debería tener licencia para ejercerlo, pero la mayoría de nosotros ni siquiera pasaríamos el examen escrito. Algunos son innatos, nacieron para hacerlo; otros, tienen otras habilidades. Pero la buena noticia es que la bioquímica dicta que no tienes que hacerlo solo. No puedes desperdiciar toda la vida preguntándote. La única forma de saber qué clase de padre serás, es dejar de hablarlo, y hacerlo.
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