sábado, 27 de enero de 2018

Ante El Cambio

La bioquímica es determinante en la manera en que vivimos. Desde el momento en que nacemos, sabemos cómo respirar y comer. A medida que crecemos, aparecen nuevos instintos. Nos transformamos en territoriales, aprendemos a competir, buscamos refugio
¿Lo más importante de todo? Nos reproducimos.
Aunque a veces, la bioquímica puede ponerse en nuestra contra. La bioquímica dice que somos quienes somos desde que nacemos. Que nuestro ADN está escrito en piedra. Incombinable. Aunque nuestro ADN no explica todo lo que somos: somos humanos, la vida nos cambia. Desarrollamos nuevos rasgos, nos volvemos menos territoriales, paramos de competir, aprendemos de nuestros errores, nos enfrentamos a nuestros mayores miedos.
Para bien o para mal, encontramos maneras de ir más allá de nuestra bioquímica, el riesgo, por supuesto, es que cambiemos demasiado hasta el punto en el que no nos reconocemos. Encontrar el camino de vuelta puede ser difícil. No hay brújula, ni mapa. Sólo tenemos que cerrar los ojos, dar un paso, y rezar a Dios para llegar allí.
Cada célula del cuerpo humano se regenera en promedio cada siete años. Como las serpientes, a nuestro modo, mudamos la piel. Biológicamente, somos personas completamente nuevas. Es posible que parezcamos los mismos. Probablemente sea así. El cambio no es visible… por lo menos no en la mayoría de nosotros. Pero todos cambiamos completamente para siempre.
Decir cosas como, “la gente no cambia”, vuelve locos a los científicos porque el cambio es literal. Lo único constante en la ciencia. La energía importa está siempre cambiando, transformándose, fusionándose, creciendo …muriendo.
La forma en la que la gente trata de no cambiar, es antinatural. La forma en la que nos aferramos a las cosas que eran en lugar de aceptar lo que son. La forma en la que nos aferramos a los viejos recuerdos en lugar de generar nuevos recuerdos. La forma en la que insistimos en creer a pesar de cada indicación científica que todo en esta vida es permanente.
El cambio es constante. Cómo experimentamos el cambio está en nuestras manos. Podemos sentir como si muriéramos o podemos tomarlo como una segunda oportunidad. Si abrimos nuestros dedos, nos relajamos, nos dejamos llevar …se puede sentir como adrenalina pura.
Como si en cualquier momento pudiéramos tener una nueva oportunidad en la vida. Como si en cualquier momento, pudiéramos volver a nacer.

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